Después de atravesar esa Sierra Manzanas que cuando la recorres tienes la sensación de ir volando, esa sierra que en primavera es un tapiz de colores, allá donde se bifurca la carretera en el puente Río Manzanas, a la derecha y tras un par de kilómetros de maravillosa ribera, aparece Villarino de Manzanas.
Por los intrincados caminos, curva sobre curva del Puerto Manzanas se accede a su calle principal que se dice es de antes de Alfonso XIII.
Posee un aplaca de la dictadira de Primo de Rivera con adornos de flor de Lis borrados por la República y que prohibe las blasfemias y apela a las convicciones de la mayoría sensible.
El lugar de reunión de los vecinos de este pueblo es en las antiguas escuelas, actual casa de Concejo, que tiene su propio bar.
Son sólo 35 habitantes durante todo el año. Poca gente pero muy orgullosa de su Villarino Manzanas, de su Iglesia que este año cumple dos siglos de vida y que ha sido reformada hace poco. También citan con orgullo sus fiestas y la carretera que los une con Puebla de Sanabria.
En Villarino la gente está muy unida, son una gran familia, porque desde hace tiempo saben que son ellos los que tienen que hacer todas las cosas.
La virgen de la Festiqa.
Pero lo peor de todo es que SIN CARRETERAS NO HAY PROGRESO, COMO EN TODO ALISTE.